martes, 27 de octubre de 2009

Tarde


(A Ricardo, por lo que quedó)

Mirando las sierras
asoma la luna de mayo.
Ya no quiero esto,
pensé una noche enojada.
Aún podía verte
en medio de la oscuridad
tu paso decidido se va, se va...
no vuelve más.
Preguntas qué queda?
No sé... el recuerdo tal vez
de un amor hecho sin tiempo
de largas y vanas esperas
de manos vacías y olvidos
una promesa incumplida
de caricias al amanecer
buscando sus rasgos
en otra cara y otro cuerpo.
Cómo decir sin mirarte
que sé que me has querido?
Fue un anhelo infinito
de noches sin sueños
y de regalo dos libros,
unos versos, una rosa.
Me queda la risa, la ternura
la luna de mayo...
Te dejo mirando las sierras,
soñando alcanzar un sueño
y encontrar al fin del día
el silencio, el alma vacía
la nada, el llanto en la mirada.
No sabría decirlo de otra manera:
Nos desunió un enero en el mar
una noche sin voz y sin luna
cuando yo te vi pasar
brisa de verano, arena mojada
yo te vi pasar...
Volví sola y llorando.
Es el final? dijiste.No lo sé,
pero lo miro y te le pareces
Qué importa el después
si es noche y tiene tus rasgos
si de nuevo estoy sola
aunque estés a mi lado
y hay una voz que canta
y no, no es la mía.
¿Es tarde? pregunto confundida
No, no es tarde, has respondido.
Los dos sabemos con certeza
que piadosamente, has mentido.


Miriam P. Molina (Azul, Argentina)