sábado, 20 de noviembre de 2010


El ayer se convirtió en hoy en forma de lágrimas.

Vinieron a recordarnos lo que pudo ser y no fue, lo que pudo pasar y no pasó, lo que se pudo decir y no se dijo para condenar a las almas libres.

Todo aquello que vivimos se quedó como las gotas de lluvia que caen sobre un paraguas, incierto, infinito, insignificante.

Vinieron a decirnos que la ilusión del espejo y las ganas de besar se fueron con un desengaño en plena noche, cuando todo el mundo estaba distraído, cuando las farolas escondían nuestros actos.

Vinieron a decirnos que aquella vez que hicimos daño adrede nos comportamos mal y nos condenamos al arrepentimiento.

Vinieron a decirnos que aquella vez que besamos sin sentir, que miramos sin observar, que oímos sin escuchar serán momentos que jamás volverán porque ya son propiedad del pasado.

No se irán sin recordarnos que una vez en nuestra vida fuimos dueños de nosotros mismos, que hace mucho tiempo las personas escuchaban el latido ajeno y oían el lamento del otro en medio de una muchedumbre.

Que una vez fuimos como el viento…

Que una vez, hace mucho tiempo, estábamos hechos de nostalgia…

Que una vez gritamos en un desierto y alguien nos escuchó

Que una vez nos reímos hasta llorar…

Pero no se irán sin recordarnos que dentro de no mucho tiempo seremos una ausencia, seremos como los propios recuerdos: la más vulgar propiedad del pasado.


Nadia

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